jueves, 4 de septiembre de 2008

De antepasados, vivos y barriletes gigantes en San Agustín Sumpango

Tanto la conmemoración de Todos los Santos como la Fiesta de los Difuntos, poseen una profunda raíz en el mundo occidental cristiano contemporáneo. Sin embargo, su verdadero origen se remonta a las honduras insondables del mundo prehistórico, en los tiempos en que el ser humano logró separa los entretelones esenciales de la magia de la religión como resultado de su desarrollo histórico-cultural y su específico proceso civilizatorio.
El culto a las ánimas de los muertos, a las almas de los antepasados, marca el inicio de la formación del mundo de lo sagrado y la cosmovisión de un pueblo, sea éste cual fuere. De tal manera que todas las festividades de Noviembre, “el mes de las ánimas en Guatemala”, rememora elementos simbólicos muy específicos de la memoria colectiva de los distintos puebles de este país multicultural y multilingüe.

En la sociedad guatemalteca el culto a los muerto y a las ánimas se convierte en “El culto a los antepasados”, es decir, aquellos espíritus ancestrales que junto a los seres vivos que habitan el mundo de lo profano, constituyen la cosmovisión del mundo y de la vida familiar, social y comunal de un pueblo, configurando así un perfecto equilibrio entre la vida cotidiana y la vida sagrada. Las ceremonias de Santos y Difuntos generan en todo el mundo Iberoamericano, pero particularmente en Guatemala, una considerable gama de manifestaciones culturales de maravillosa diversidad y originalidad; Tal es el caso de las comidas tradicionales de muerto como el fiambre, “la cabecera”, el dulce de ayote y otros rasgos propios de la gastronomía mortuoria; asimismo, se escuchan en los cementerios del país, serenatas de marimba, de conjuntos, cantos y badas populares que interpretan “sones” y música para el recuerdo de los difuntos.

En toda Guatemala se procede a “vestir las tumbas” de los antepasados con flores, adornos de papel de china y en especial con flor de muerto. No puede olvidarse tampoco las carreras “entre los hombres y las ánimas” en el occidente y oriente del país, así como la oración y procesión de "las santas calaveras” en distintos puntos de la geografía guatemalteca, en especial San José, Petén y Salcajá, Quetzaltenango. Debe resaltarse también, la existencia de los convites del día de los muertos en diversos lugares de Guatemala.



Por: Celso A. Lara Figueroa

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